Existen tantos gustos sexuales como personas hay en el mundo. Sin embargo ciertas experiencias sexuales son fantasías comunes a mucha gente. Entre los sueños eróticos de los más atrevidos se encuentra la práctica del bondage, una forma de excitarse con muchas ataduras.
¿Qué es el bondage?
El bondage es una forma de excitarse unida a la sensación de atar o sentirse atado. Los amantes que lo practican atan a su pareja, de forma total o parcialmente en una de las partes de su cuerpo, mientras están desnudos totalmente o semidesnudos.
Puede que no exista una explicación científica de por qué el hecho de sentirse atado es excitante, sin embargo para muchos de los aficionados a este tipo de práctica sexual, todo tiene su explicación.
Existen razones sobre todo psicológicas. El bondage está relacionado con la dominación y la sumisión, con el sado y con el masoquismo. Y en todo ello hay un gran componente psicológico. Determinadas personas disfrutan del hecho y el morbo
de ser totalmente dominadas. En ese sentido, a través del bondage, consiguen sentirse totalmente inmovilizados, y de esa manera, totalmente sometidos.
de ser totalmente dominadas. En ese sentido, a través del bondage, consiguen sentirse totalmente inmovilizados, y de esa manera, totalmente sometidos.
También existe el caso contrario, en el que un miembro de la pareja es el que disfruta sometiendo. Para esa persona, atar a su amante, supone dominarlo y poder disfrutar de su cuerpo sin límites, algo que excita a más gente de la que imaginamos.
Por otro lado existe también un componente físico. A los sometidos les encanta que les presionen para obtener placer a través de ellos. Sentirse forzados, incluso sentir como las ataduras le aprietan, le presionan e incluso le hacen daño. También, se segrega muchísima adrenalina si existe un intento de desatarse, y ese subidón de esta hormona, hace que la excitación sexual y psicológica en general aumente.
Al que somete, le gusta ver como su “víctima” intenta liberarse y disfruta forzando su atadura para que no escape.
¿Qué tipo de elementos intervienen en el Bondage?
No hay nada más imprescindible para practicar el Bondage que algún tipo de material que sirva para atar al compañero. Sin embargo los amantes que lo practican suelen ser fieles a una estética relacionada con la dominación, llena de cuerdas, cadenas, trabillas, lazos y todo aquel tipo de material que aprieta o puede acordonar.
También se utilizan otro tipo de complementos como máscaras, que impersonalizan al amante, haciéndolo más dominante, o mordazas, vendas, arneses, esposas… todo aquello que pase por tu imaginación y sirva para inmovilizar.
Normas básicas
El Bondage puede utilizarse dentro de las relaciones como una estética erótica y morbosa, o puede ser que de verdad te atraiga esta práctica. Lo realmente importante es el respeto y la confianza que hay entre la pareja que lo pone en práctica.
- Uno de los dos miembros puede estar parcial o totalmente inmovilizado, y dependiendo de hasta donde llegue el miembro activo de la pareja, puede sentirse más o menos cómodo. Por eso es necesario establecer unos límites que marquen hasta donde se puede llegar y cuándo es necesario parar. El respeto y al confianza son esenciales.
- Si atas a una persona, debe llegar un momento en que la liberes. No puedes dejar sola a una persona atada.
- El amante dominante debe tener siempre a mano unas tijeras para liberar a su pareja lo antes posible. Además, debe tener cuidado con cómo se mueve la persona atada, ya que pueden andar o moverse con dificulta, y pueden sufrir un accidente.
- Hay que empezar con sesiones cortas e ir aumentando a medida que os apetezca. Estar atado puede tener su “aquel” pero estar atado o amordazado más tiempo de la cuenta puede llegar a ser muy incómodo.
En definitiva, la práctica del Bondage debe ser sana, consentida y consensuada en la pareja antes de practicarla. Respeta los límites, nunca te sobrepases. Puedes utilizarlo como preludio a la relación sexual, o considerarlo como una relación sexual en sí.
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