La vida es muy larga y en ella se viven diferentes etapas que marcan la sexualidad. La llegada de un hijo lo cambia todo. Pero llega un momento en el que estos hijos se hacen mayores y se marchan de casa. Entonces la vida de la pareja debe resituarse de nuevo, y en uno de los campos que debe hacerlo es en el de la sexualidad.
Cuando son pequeños el sexo se vuelve silencioso, secreto… y además la frecuencia baja bastante. La prioridad deja de ser la pareja, que pasa a un segundo plano en favor de la crianza de los hijos. Esto ocurre durante uno de los periodos más largos de la vida… Mínimo los 18 años que un hijo puede estar en casa, aunque ahora, con la crisis, la dependencia de los padres se alarga.
Sin embargo, llega un día que se van. Van a la universidad, se independizan, y la tranquilidad vuelve al hogar de la pareja. Ya no tienen que protegerlos, los hijos no los necesitan, y cuidarlos deja de ser una prioridad. Es el momento de volver a recuperar la intimidad de la pareja, de volver a poner el foco de atención en el placer y en disfrutar de una vida juntos.