El 19 de octubre se celebra el todo el mundo el Día Internacional contra el Cáncer de Mama, el tumor que más afecta a las mujeres occidentales y del que son diagnosticadas cada año más de 22.000 casos en España. La prevención es fundamental para detener el avance de este tumor maligno, por lo que no debes dudar en acudir a tu médico al menor síntoma.
La mayoría de los casos de cáncer de mama se diagnostican entre los 35 y los 80 años, con un máximo entre los 45 y los 65. Tanto el número de casos como las tasas de incidencia aumentan lentamente en España y en el mundo, probablemente debido al envejecimiento de la población y a un diagnóstico cada vez más precoz. Se estima que el riesgo de padecer cáncer de mama a lo largo de la vida es de, aproximadamente, 1 de cada 8 mujeres.
Este es un resumen de la información clave que ofrece la Asociación Española Contra el Cáncer.
En qué consiste
El cáncer de mama es el tumor maligno que se origina en el tejido de la glándula mamaria. Cuando las células tumorales proceden del tejido glandular de la mama y tienen capacidad de invadir los tejidos sanos de alrededor y de alcanzar órganos alejados e implantarse en ellos, hablamos de cáncer de mama.
Este tumor puede crecer de forma local por invasión directa, infiltrando otras estructuras vecinas como la pared torácica (músculos y huesos) y la piel; por diseminación linfática, cuando la red de vasos linfáticos que posee la mama permite que el drenaje de la linfa se efectúe a varios grupos ganglionares; o por diseminación hematógena, a través de los vasos sanguíneos preferentemente hacia los huesos, pulmón, hígado y piel.
Aunque es el tumor más frecuente en mujeres, en un porcentaje muy pequeño afecta también a los hombres.
Prevención y diagnóstico precoz
Aunque el cáncer de mama no se puede prevenir, el ejercicio físico regular, el control del sobrepeso (especialmente, tras la menopausia) y la moderación en el consumo de alcohol ayudan a reducir el riesgo de padecerlo. Además, se ha podido demostrar que el uso de tratamientos hormonales sustitutivos durante la menopausia se asocia a un incremento del riesgo.
Es muy importante el control y seguimiento médico si existe una historia familiar de cáncer de mama. Además de las revisiones frecuentes y el estudio genético, se puede recurrir a la mastectomía profiláctica y la quimioprevención.
Si se detectan en su etapa inicial, las posibilidades de curación de los cánceres de mama son prácticamente del 100%. Gracias a la realización de campañas de diagnóstico precoz de cáncer de mama, la mortalidad por esta enfermedad ha disminuido de una forma significativa, al menos cuando se realiza en la edad de mayor incidencia (por encima de los 50 años).
La técnica de diagnóstico más eficaz es la mamografía, que consiste en una radiografía de las mamas capaz de detectar lesiones en estadios muy incipientes de la enfermedad. La mamografía permite detectar lesiones en la mama hasta dos años antes de que sean palpables y cuando aún no han invadido en profundidad ni se han diseminado a los ganglios ni a otros órganos. Cuando el tumor se detecta en estas etapas precoces es posible aplicar tratamientos menos agresivos, que dejan menos secuelas físicas y psicológicas en la mujer. La dosis de radiación empleada en la mamografía es mínima, por lo que resulta inofensiva.
Otros métodos complementarios a la mamografía son la exploración física, realizada periódicamente por el médico o por la propia mujer. Sin embargo, este método es poco eficaz y no permite diagnosticar tumores pequeños, que sí serían diagnosticados con una mamografía. Se estima que la mamografía permite detectar el 90% de los tumores y el examen físico menos de un 50%.
Síntomas frecuentes
- Aparición de un nódulo en la mama.
- Dolor en la mama a la palpación.
- Cambio de tamaño de alguna de las mamas.
- Irregularidades en el contorno.
- Menor movilidad de una de las mamas al levantar los brazos.
- Alteración en la piel de la mama como: úlceras, cambios de color y aparición de lo que se denomina piel de naranja .
- Cambios en el pezón, como puede ser la retracción del mismo (hundimiento).
- Aparición de un nódulo en la axila.
- Cansancio o dolor óseo localizado (en las fases más avanzadas de la enfermedad).
Si aprecias cualquiera de los síntomas mencionados, debes acudir a tu médico para que te realice las pruebas necesarias y pueda, cuanto antes, hacer un diagnóstico.
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