Dicen que las mujeres son complicadas, y se quejan de que no hay quien las entienda, pero, los hombres también cuentan con lo suyo. Su sexualidad puede ser igual o incluso más complicada que la de las mujeres, aunque suelen esconderse con más facilidad tras una coraza.
Si conocemos más a fondo la sexualidad masculina, nos daremos cuenta de la complejidad de la misma. La ansiedad por cumplir un papel satisfactorio en las relaciones sexuales, las disfunciones sexuales y los temores que rodean a todo esto, hacen que la sexualidad masculina sea bastante más enrevesada de lo que muchos piensan.
Los mitos que esconden la realidad de la sexualidad masculina.
Uno de los principales problemas que tienen los hombres entorno a la sexualidad, es que son víctimas de una serie de pensamientos estereotipados en torno a su desempeño. Ocurre que siempre se espera de los hombres que estén dispuestos a tener sexo. Se asume que ellos siempre tienen ganas y además suelen tener la libido por las nubes.
De ellos se espera que tengan el control de la relación de pareja, así como el rol dominante en la relación sexual. También que siempre eyaculan y siempre disfrutan de un sexo placentero.
Sin embargo, cuando esto no se cumple, no significa que la relación no funcione. Los hombres se ven sometidos a una excesiva presión por satisfacer, disfrutar, cumplir, dirigir y llevar la voz cantante. Por eso, cuando un día falla la erección, no llega su orgasmo, o no llega el de su pareja, todo se tuerce, y comienzan los miedos, temores y complejos.
Esta carga social, es la culpable de la mayoría de las disfunciones sexuales. Otras muchas son causadas por problemas físicos. Sin embargo, el entorno cultural es el principal fantasma de la sexualidad masculina.
El desarrollo de la sexualidad masculina.
La sexualidad masculina (y la femenina también) está marcada por las vivencias de la infancia y por cómo ha ido desarrollándose a lo largo de la vida del hombre. Acontecimientos como sus primeras masturbaciones, o la pérdida de la virginidad serán claves en la vida sexual adulta del hombre.
La cultura influye mucho en el inicio sexual, y marca de forma innegable. En algunas culturas se atenta sobre el disfrute pleno con prácticas como la mutilación genital en las mujeres o las circuncisiones tempranas en los hombres, y de forma positiva, como los taoístas, que se forman, viven y meditan buscando el placer más duradero y el orgasmo más intenso.
Evidentemente según donde viva el hombre o donde se críe, su sexualidad será vivida de una manera diferente.
El despertar sexual masculino.
La sexualidad despierta sin avisar, en el caso de los hombres puede ser más evidente, sobre todo con la llegada de las primeras poluciones nocturnas. Cuando la libido sale de lo más profundo y se descubre el placer sexual, el niño o adolescente pasa por un periodo de una alta ansiedad sexual, hasta que comienza a tener relaciones sexuales. En esta primera etapa, los principales problemas son eyaculaciones precoces, debido a esa ansiedad, y también la masturbación compulsiva en la búsqueda de esa satisfacción que aún no puede llegar a través de las relaciones sexuales. Dependiendo de cómo viva un chico esta etapa vital, llegará a desarrollar o no disfunciones en el futuro, por ejemplo, la eyaculación precoz.
La plenitud sexual masculina.
Se dice que un hombre alcanza su mejor estado sexual cuando ronda la treintena. Durante los veinte se vive una etapa de desenfreno sexual en la que se toma la experiencia necesaria para el resto de la vida. A partir de los treinta las fuerzas empiezan a disminuir, pero esa sabiduría erótica le infiere al hombre sus mejores capacidades para disfrutar del sexo. Sin embargo, cuando hay problemas, es también una edad común para dar la cara. A partir de esta edad, o quizás algo más adelante, comienza a dar la cara los problemas eréctiles, la anorgasmia, o incluso la pérdida del apetito sexual.
La madurez definitiva.
A partir de los cuarenta, los problemas de erección se convierten en una evidencia habitual. Comienzan los temidos “gatillazos” y saltan las alarmas. Los temores y complejos aumentan, y baja bastante la autoestima.
Después de los cincuenta se empieza a asumir que la vida se compone de etapas, y que la madurez tiene sus cosas positivas a pesar de que la sexualidad no se viva de la misma manera.
Otro de los problemas masculinos es la falta de hábito de acudir al urólogo o de acudir a consulta cuando algo no funciona. Por eso, muchos de sus problemas no se solucionan.
El hombre debe aprender aún mucho de la mujer, y vivir una fase de apertura sexual que les permita liberarse de tópicos, tabúes y convencionalismos culturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario